Una buena manera de adentrarnos en el pasado reciente de las Islas Canarias es la fotografía, las magníficas postales que se realizaron entre los años 50 y 70 por profesionales como E. Ludwig con John Hinde Studios nos sirven para descubrir como eran antes esos lugares. Observándolas podemos analizar lo que ha pasado desde entonces, pudiendo además, fantasear sobre lo que podría haber sucedido, llegando incluso a permitirnos inventar otro entorno a la altura de nuestra imaginación. Aquellas tarjetas coleccionables que estaban cuidadosamente compuestas, donde el primer plano incluía una imagen perfectamente banal con elementos de la vegetación, frutas o plantas tropicales, animales del entorno o personajes típicos, viajaron por todo el mundo. Todas esas imágenes tomadas por los fotógrafos, que también servían para reavivar la memoria en torno a los lugares visitados, nos documentan de los cambios que se han producido en ese territorio en el tiempo presente. Néstor Torrens ha tomado como modelo del paisaje insular las imágenes fotográficas de los medios de comunicación de masas existentes durante el boom de turismo. Su colección de tarjetas postales le ha servido para elaborar una obra que pone de relieve el territorio como memoria sobre el pasado. En ellas se nos muestran unos lugares “ideales”, elegidos por su tipismo, que enseguida identificamos con las Islas Afortunadas, con esa “Canarias Naturaleza Cálida”. Siendo, a su vez, uno de los tópicos que ha configurado nuestro espacio. A pesar de todo, este “paisaje sostiene las huellas del pasado, reconstruye recuerdos, proyecta en la mirada sombras de otros tiempos que sólo existe ya como recuerdo de sí mismo en la memoria del viajero” (7). Estas tarjetas de colorido contrastado utilizadas por Néstor Torrens nos guían en un tránsito, inverso al de las agujas del reloj, que se dirige hacia nuestra niñez y se nutre de nuestro pensamiento, de nuestros recuerdos y hasta de nuestras sensaciones. La manipulación del material con el que ha elaborado esta obra hace que veamos los paisajes amontonados confundiendo incluso los lugares o la procedencia de las imágenes. Diferentes puntos de las Islas Canarias pueden convivir en una misma obra rompiendo sus distancias físicas. La intervención tecnológica que han sufrido estas postales de la mano de Torrens, nos imposibilita descubrir en ellas la ficción de la realidad. Estas composiciones nos permiten transportarnos en el tiempo hacia el pasado para poder, a su vez, viajar hacia el futuro. El cruce de imágenes, desordenadas de diferentes épocas y emplazamientos, que se produce en nuestra memoria queda reflejado en una obra que, con el título de “Autopistas”, nos ofrece un mosaico de pequeñas historias que articulan los relatos de los múltiples universos creados con los objetivos de muchos de aquellos fotógrafos viajeros que se recorrieron las islas buscando zonas ideales y exóticas.
Clara Muñoz