Realizada para la exposición colectiva titulada The hall of lost steps en Borusan Art Gallery de Estambul (Turquía), Néstor Torrens incide en la dirección de otras obras suyas que cuestionan la amabilidad con que son presentados los productos de nuestra sociedad. La propaganda, las campañas de marketing, los informativos, las acciones realizadas por la administración, etc. llevan implícito una estudiada componente seductora, tras la cual se esconden aspectos, resoluciones e intenciones que tienen por objetivo condicionar nuestra voluntad para desarrollar una inquietud dependiente de lo que muchas veces no somos conscientes. Podríamos extender el significado de esta pieza a toda actividad humana que requiera la aproximación de los demás para que se mantenga en marcha. En este caso el lado poco amable de esta transacción física o mental puede resultar sangrante.
El alambre de espinos nos revela una realidad dolorosa tras el destello de las luces navideñas verdes que lo rodean. El cuerpo aparece implícito como limitación física frente a la alambrada. Es nuestro cuerpo, pero también nuestro territorio el objeto del deseo. Su proximidad la que busca el estratega que nos impide el paso. La púa está hecha a medida de nuestra piel, pero la luz suavemente intermitente está dirigida directamente a una vanidad entendida como secreto de nuestras acciones y motor de nuestras aspiraciones. La manipulación del deseo del otro lo convierte en un ser previsible y sumiso. La pérdida de la inocencia para el hombre no tiene límite. Al final, traspasar el umbral tiene su riesgo y tenemos que reconocer que hasta la vida, esa vida que deseamos, nos prepara una trampa y un freno.
No sería posible desarrollar este discurso si la puesta en escena de Área restringida no fuese la adecuada. Debe producirse una lenta aproximación a la instalación para que en el transcurso del recorrido se vaya desvelando el trasfondo siniestro de lo que en primera instancia parece ser algo festivo y agradable. Para ello es importante la presencia simbólica de la luz, porque es esa luz verde guerradelgolfo que nos atrae la que nos desvela el alambre y los pinchos. La luz y la seducción, la luz como cebo, la luz como la razón. El cuerpo incapaz de traspasar la alambrada se muestra así con todas sus limitaciones y debilidades. El cuerpo que se revela y accede a los destellos de los espinos encuentra en el dolor un aliciente para continuar su viaje hacia otra dimensión menos convencional e intimista. El hombre encarnado en ese mismo cuerpo proyecta su mirada más allá de la alambrada asumiendo su propio destino.
Las nuevas alambradas de occidente permiten la expresión al otro lado de la valla. La proximidad resulta inquietante. Metáfora de la doble cara de la seducción, nos recuerda también el peligro atractivo de la sociedad del bienestar. ¡Cuántos se han dejado la piel intentando traspasar la alambrada! ¡Cuántas veces nos hemos dejado la piel colgada de cada pincho! Zonas restringidas del mundo y del hombre. Sólo tiene sentido el alambre para el que cree tener algo que otros desean y ya ha puesto precio y sabe cuánto pide a cambio. El que está dispuesto a compartir no levanta obstáculos sangrantes. Sólo el que está dispuesto a vender, protege el objeto del deseo con pinchos tan largos cuanto más alto sea el precio y lucecitas más alegres y bonitas como puedan alimentar el deseo del aspirante a la posesión de lo deseado.
Sangre por deseo. Sangre por tierra. Sangre por sueños. Para el que levanta la alambrada de espinos sólo existe el trueque de sangre por codicia. En la mente del hombre-bestia los otros no son más que seres codiciosos y no existe otra lectura más profunda del ser humano situado al otro lado de la valla, por eso hace alarde de sus lucecitas navideñas, del bienestar y la felicidad que aquellos “codiciosos” amenazan con destruir.
La alambrada no sólo impide el paso sino que interrumpe cualquier otra forma de aproximación y diálogo. La arrogancia y la vanidad tejen los alambres, la crueldad pone los pinchos y el cinismo las lucecitas. El miedo, ese miedo fictício alimentado por la necesidad de alcanzar altas cotas de audiencia para unificar países frente a un enemigo amenazante y común o para convertir a líderes políticos en salvadores de la patria y así consolidar un alto índice de votos o apropiarse directamente del poder, es el fundamento de su justificación. La realidad es siempre mucho más sórdida.
Febrero 2002- Estambul - The hall of lost steps - Borusan Art Gallery.
Alambres de espinos y luces de navidad verdes
Comisaria : Rosa Martínez
La coreógrafa Aydin Teker hizo su obra "NonKanon" para esta instalación.
2002 - Camargo - Santander
Espacio C - Fronteras
Comisario: Orlando Brito
La coreógrafa Silvia Antolin Guerra realizó una performance en esta instalación el día de la inauguración (19 de Abril 2002)